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Información | |||
Saga | Gaiden: Memorias de la Arpía Blanca | ||
Personajes | |||
Mizuki Yuna Hikaru Kyōfu |
Nacimiento de la Voluntad Helada es el primer capítulo de la saga Gaiden: Memorias de la Arpía Blanca.
Prólogo[]
Mizuki se encontraba en su caminata nocturna por los límites de Yukigakure. Como era habitual, ella caminaba por las noches después de cenar en los días en los que a la mañana siguiente no tenía que levantarse temprano. El blanco paisaje en la oscura noche creaba un ambiente relajante del cual ella disfrutaba, más la nieve que caía decoraba el lugar bajo la luminiscencia de la luna. Podría decirse, que para ella, esto creaba un entorno romántico. De vez en cuando se permitía dejar volar su imaginación sobre su futuro, terminando en carcajadas contenidas de su parte por las locuras que la noche la hace pensar.
El Desconocido[]
Un panorama inesperado irrumpe con su tranquila caminata. Al observar varios metros por delante, algo parecía encontrarse tirado en el suelo. Se acercó rápidamente y pudo ver que se trataba de un cuerpo, se arrodilló a su lado e intento observar mejor. Se trataban de un joven de aproximadamente la misma edad que ella, su cuerpo estaba semi-enterrado en la nieve, seguramente estuvo en ese estado por algunas horas y la nevada lo tapaba poco a poco, al observar más detalladamente notó que la nieve de su alrededor se teñía de rojo, por lo que se apresuró en tomarlo y moverlo un poco, con este último acto pudo ver que su cuerpo estaba lleno de heridas, algunas podrían a llegar graves si no se trataban rápidamente. De forma casi inmediata lo cargó y lo llevó al hospital de la aldea, donde trataron sus heridas.
En la habitación del hospital Mizuki se quedó acompañando al joven desconocido. Mientras que una enfermera, a la cual Mizuki conocía tras varios años de haberse visto, le preguntaba sobre lo sucedido.
— Lo revisé y no portaba ninguna identificación ni una banda ninja, aunque parece que en su mochila portaba algunas armas. — Comentaba seriamente Mizuki.
— Ya veo, debió ser víctima de algunos bandidos. — Suponía la enfermera que la acompañaba.
— Probablemente. —
— Oye Mizuki, ¿no te parece que es atractivo? — Comentó atrevidamente, esperando una respuesta sincera.
— ¿¡Eh!? no es momento para eso. — Contestó rápidamente Mizuki algo exaltada.
Ya a la mañana siguiente, Mizuki volvía de la cafetería del hospital, cuando llega a la habitación ve que está bastante desordenada y hay varios enfermeros tendidos en el suelo. Al preguntar por lo sucedido una enfermera le explica que aquel muchacho despertó y de forma violenta escapó.
Si tuvo la fuerza suficiente para escapar del hospital debería estar bien. Eso es lo que creía Mizuki y llegó a repetirlo varias veces para creérselo. Pocos extranjeros sobrevivían a los climas del País y a las bajas temperaturas. Sin saber porqué Mizuki se estaba preocupando más de lo normal por alguien que no conocía, para cuando reaccionó su rostro estaba algo sonrojado, sorprendida puso sus manos sobre sus mejillas y trató de pensar en otra cosa.
Ya al llegar a su casa, abrió lentamente la puerta y observo al interior de ésta, oscuro y solitario, como era habitual. Solo encendió las luces de la entrada, reposó el abrigo que llevaba sobre una silla y se dirigió al baño para tomar una ducha relajante. El sol se estaba ocultando por lo que la temperatura bajaría, una cálida ducha sería relajante para después irse a dormir. Pero algo la preocupaba, no podía dejar de pensar de que en parte era responsabilidad suya dejarlo ir. Tras desvestirse pero aún no por completo, un escalofrío recorrió su cuerpo. Al observar al espejo del baño notó una sombra oscura en la puerta que se encontraba entre-abierta. De forma casi instantánea volteó pero fue tomada fuertemente de sus antebrazos y echada hacia atrás contra la pared, sin poder mover sus brazos fue sometida rápidamente. Luego del breve shock de la situación reconoció al intruso, era él, aquel muchacho que ella había rescatado.
— ¿Q...Que haces? — Preguntó Mizuki.
La situación se había vuelto muy incomoda, a pesar de los nervios del momento, ella estaba semidesnuda frente a un chico que no conocía. Tras unos segundos de cruce de miradas, él la soltó y dio unos pasos hacia atrás, donde ella pudo notar que él llevaba sus ropas maltrechas y algunas vendas que cubrían su cuerpo que conservaba del hospital, fácilmente pudo notar que aún tenía heridas en su cuerpo.
— ¿Porque no sientes miedo? — Preguntó intrigadamente.
— ¡Que crees que haces entrando a mi casa y atacándome de esa forma! ¡¿Y... como conseguiste entrar?! — Dijo casi gritando Mizuki mientras intentaba cubrir su cuerpo con una toalla.
— Solo quería asegurarme de que podía confiar en ti. — Fue la simple respuesta que recibió.
Posteriormente, Mizuki estaba por echarlo del baño, pero él parecía débil y de un momento a otro cayó inconsciente. Él mantenía sus heridas que aún no sanaban, sin más opciones Mizuki tuvo que cuidarlo por la noche y esperar al otro día para recibir respuestas.