Wiki Akatsuki Afterlife
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Mi Fragilidad
Mi Fragilidad

(我が脆弱, Waga zeijaku)

Información
Anterior Misiva del Ángel de la Oscuridad: El Nuevo Equipo
Siguiente Emergencia
Saga Sobrevive en tus Memorias
Personajes
Kurohana Uchiha
Shingetsu Wasp
Kōhei Suenami
Ken Namikaze
Mizuki Yuna
Emi Akari
Yashamaru Atsuryoku
Jutsus
Seimei Kikan
Ataúd Aureoférrico
Robo Kagami
Objetos
Aureoferrídio

Mi Fragilidad (我が脆弱, Waga zeijaku) es el capítulo #22 de Akatsuki Afterlife, perteneciente a la saga "Sobrevive en tus Memorias"

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Había pasado unos días desde que todos se reunieron para dar por finalizada la caza a antiguos miembros de la organización. Los recientemente instituidos equipos de Akatsuki Afterlife curioseaban por las tierras de la Mansión. Kurohana observaba a la vez que evaluaba las habilidades de su ahora compañero Shingetsu Wasp en la arena de entrenamiento; Kōhei Suenami mantenía un diálogo algo tenso con Ken Namikaze, el nuevo jinchūriki de Kurama; junto al nuevo equipo se encontraba curiosamente Mizuki Yuna, quien como hecho raro entre los nuevos miembros no estaba relacionándose con su compañera, Emi Akari. Esta se encontraba encerrada en sus cuartos desde que dieron por concluida la reunión general, sin haber sido vista por nadie desde ese entonces. Intrigado por el asunto Yashamaru decidió ir por si mismo a tratar inmediatamente aquél raro asunto...

Tengo una mala sensación...
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Era algo tan raro y doloroso lo que ella sentía correr por su cuerpo, una gran sed indescriptible por la sangre rozaba su garganta: era normal en ella sentir algo similar, pero lo sabia controlar con su propia voluntad. Un demonio tenia ese tiempo de sensaciones todos los días pero ahora su capacidad mental para suprimir estos deseos vacilaba, todo esto venia pasando desde hace unos días atrás cuando recibieron aquel extraño ataque furtivo. Se encontraba en la cama recostada, ya llevaba varias horas sin salir de allí, escuchó un leve golpe en la puerta y se levanto algo tambaleante. Debía lucir bien para que nadie la molestara, y como fuera apaciguar las ansias de sangre que tenía, respiró profundamente y logró llegar a la puerta. Se calmo por un momento y la abrió.

Emi: Eh... eres tú Yashamaru... ¿Qué necesitas?

Yashamaru: Hablar... ¿Puedo pasar? ¿O prefieres mejor ir a la biblioteca?

Emi: Pasa...

Yashamaru entró a la habitación de Emi, ella cerró la puerta e invito a tomar asiento al Atsuryoku, quien agradeciéndole le expresó su deseo de permanecer de pie. La iluminación del lugar era poca, casi nula, las luces que ingresaban por las rendijas de las ventanas daban al cuarto el aspecto de una celda.

Yashamaru: Seré directo: ¿qué te está sucediendo? Estos días has estado extraña, sin decir que no has hablado con ninguno de nosotros.

Emi: No me sucede nada... Todo esta bien, solo estoy agotada, necesito que me dejen en paz.

Yashamaru: Tan agotada que tu chakra se comporta de manera inusual, vine personalmente por que no quiero que otro se fije en esta irregularidad, si no es que lo han hecho. Si es así puede que sea Shiro o Franken quien te busque y quiera examinarte.

Emi simplemente cerró los ojos, trataba de contenerse pero ya era casi imposible para su propio cuerpo y mente. Era solo cuestión de tiempo para que dejase de ser capaz de dominar su poder por línea sanguínea. Por su mente veía un recorrido por fragmentos de su niñez y su estadía en la mansión, cosas muy vagas resonaban en su cabeza. Cerró una mano fuertemente en un puño para tratar de contenerse un poco y miró a Yashamaru.

Emi: Desde cuándo te importa lo que pase conmigo, soy una simple asesina que por cosas de la vida vino a dar en este lugar, no es que les importe a los demás lo que pase conmigo.

Yashamaru: Deja de hablar así, eres parte de este grupo. A todos nos importa tu bienestar, somos como una familia.

Emi esbozó una sonrisa frágil, intentando tranquilizar a su inquisitivo compañero.

Emi: Jmmm, familia... ¿A quién le va a importar un demonio como yo?

Yashamaru: No eres un demonio, nadie en tu clan lo es. ¿Eres consciente de lo que estás diciendo?

La kunoichi cerró con fuerza los ojos. Ya era tarde, no podía seguir conteniendo el deseo de matar que tenía; por su mente resonaban las palabras "Debes matarlos a todos". Su chakra emergió cubriéndola en un aura casi rojiza, su Kekkei Genkai se había liberado automáticamente sorprendiendo a Yashamaru, era la primera vez que veía así a Akari.

Emi: Soy consciente en lo que siento, pienso y veo. ¿Cómo alguien que tiene a su familia puede venir a hablar de estas cosas? Tú no sabes los que implica nacer en mi clan, lo que implica que desde antes de nacer seamos asesinos por quitarle la vida a la persona que nos trae a este mundo.

Yashamaru: Detente Emi... ¡¡Esta no eres tú!!

Yashamaru recibió un fuerte golpe siendo lanzado contra una pared de la habitación. Como pudo se reincorporó tras aquél ataque, llegando a ver en los brazos de Emi unos símbolos extraños, era un sello que solo había visto al pasar en algunos libros antiguos.

Yashamaru: Eso es... ¡¡Emi detente!! ¡¡¡vuelve en sí!!!

Emi: Cállate... ¡¡Solo quiero matarte!!

La joven le sonrió y en cuestión de segundos tenía a Yashamaru aplastado contra la pared, lo sujetaba del cuello y a cada segundo que pasaba lo apretaba más y más, pero el cuerpo de Yashamaru se fue distorsionando dejando en la mano de Emi pequeñas virutas metálicas. Yashamaru se encontraba tras Emi algo alejado, ciertos movimientos se le dificultaban a causa del primer golpe recibido; movió sus manos y un grueso torrente de aureoferrídio comenzó a rodear parte de las manos y brazos de la kunoichi.

Yashamaru: Maldición... No te voy a lastimar pero debo evitar que me hagas daño a mi o a los demás, se que no eres tú la que causa todo esto.

Emi: ¿Desde cuándo un rey se muestra compasivo? Deberías simplemente erradicar toda existencia que te perjudique Rey Cuervo.

La kunoichi se liberó de aquellas capas de metal fino que la intentaban aprisionar quebrando toda la estructura, y sin ninguna vacilación golpeó a Yashamaru destrozando el suelo de la habitación en el proceso, cayendo los dos a la biblioteca. El gran estruendo se escucho por toda la mansión provocando que varios de sus habitantes se movilizaran hacia el lugar. Habían caído de manera separada dado el golpe, quedando estos en posiciones enfrentadas tras haber caído. Yashamaru se revisó rápidamente para constatar tenía ya varias fracturas en su cuerpo, y tras echar un vistazo a Emi vio que esta no denotaba signos de agotamiento: seguía manteniendo las marcas en sus brazos aunque se iban extendiendo cada vez mas a medida que pasaba el tiempo, incluso su esclerótica se empezaba a tornar de color rojo carmesí.

Yashamaru: No podría erradicar a mis compañeros...

Yashamaru trató de levantarse apoyando su espalda contra la pared llevando su mano hacia un costado para tratar de respirar calmadamente; se logro posicionar quedando casi en pie, debía actuar rápido antes que los demás llegaran a la biblioteca o que Emi lo golpeara de nuevo. Fuera de sí, Emi buscó sin mas sentido que el bestial instinto característico de su sangre el asesinar a Yashamaru, quien previniendo el peligro, apresó sus brazos en una columna de metal, un ataúd destinado a proteger de la muerte. Incluso a pesar de ello, la fuerza del "demonio" logró superar parte del ataúd, golpeándolo en su hombro izquierdo.

Emi: Maldito Rey Cuervo...

Yashamaru: Lo lamento... Emi

Del cuerpo de Yashamaru surgió un aura violácea, la cual cubrió el cuerpo de Emi conteniendo su gran fuerza y poder, aquella aura tomo forma similar a cadenas que inmovilizaron por completo los brazos, torso y piernas de la kunoichi. Aquella aura era el Meiton empleado por Yashamaru adhiriéndose a una prisión de metal: la Oscuridad comenzó a robar el chakra de Emi, la joven poco a poco cedía y las marcas de su cuerpo fueron desvaneciéndose. Sus ojos volvieron a la normalidad, manteniendo ella un borroso recuerdo de lo ocurrido.

Emi: Perdón Yashamaru... por favor mátame...

Emi cayó al suelo inconsciente, conservando sobre sí las ataduras del Elemento Oscuridad, Yashamaru dejó resbalar su cuerpo desde la pared para quedar sentado al lado de la joven, en cuestión de unos minutos varios miembros de la organización irrumpieron en la biblioteca destruida. Un reguero sanguinolento se formó por la profunda herida en el hombro del Atsuryoku.

A salvo...

Fue cuestión de haber pronunciado esas palabras para desvanecerse también junto a Akari.

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