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Los que Vendieron el Mundo
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(世界を売った者, Sekai o utta mono)

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Saga Criminales sin Cuartel

Los que Vendieron el Mundo (世界を売った者, Sekai o utta mono) es el capítulo #62 de Akatsuki Afterlife, perteneciente a la saga "Criminales sin Cuartel"

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En la mansión de la organización, Yorumaru se encontraba sentado en su trono de madera ornamentada, revisando unos documentos mientras esperaba a que Franken regresara al lugar. Ya había pasado más de un día entero de que se fue, y desde entonces, no habían recibido absolutamente ninguna noticia de él. – Bueno… ¿Cuánto más puede tardar? Se suponía que debía reunirse y averiguar las cosas que supiese Cero nada más… ¿Por qué siempre tiene que hacer lo que quiera en vez de sólo lo que se le pidió?

Fue entonces cuando Yashamaru ingresó a la sala. Por algún motivo, el rubio tenía un mal presentimiento acerca de lo que había ocurrido con su compañero. – ¿Aún no sabemos nada de él, Yorumaru? – El pelinegro alzó la mirada hacia el sublíder de la organización. – No, precisamente en eso estaba pensando ahora mismo… Debió haberse distraído con algo. – Sin embargo, Yashamaru no pensaba lo mismo. Conociendo a Franken, era muy probable que hubiera hecho lo que quisiera en una situación normal, pero esto era algo grave para la organización. – Lo dudo, por esta vez dudo completamente de ello.

Bien, pensemos un poco en retrospectiva… Franken iba a reunirse con Cero. Cero está enterado y seguramente sepa detalles sobre la muerte de Miro y Hayama, pero… Nosotros fuimos incriminados por estas muertes, y quien haya hecho esto está perfectamente consciente de que Cero se enteraría, y que nosotros intentaríamos contactarnos con él. – Yorumaru se reclinó en el sillón de madera, observando atentamente el caminar de su compañero por la habitación. – Entonces, ¿estás sugiriendo que Cero fue manipulado?

No es una idea placentera, pero es una opción plausible, Cero valoraba mucho a Hayama, prácticamente como si fuese su hermano. Su repentina muerte, y más aún «a manos de su organización» lo debe haber dejado muy dolido. ¿Ves a lo que quiero llegar? – Dijo el rubio chasqueando sus dedos. – Lo entiendo, no es una idea demasiado fundamentada, pero instintivamente cuenta con un sentido… Por otra parte, ¿cómo estás respecto a tus heridas? En cuanto a mí, yo creo que estaré completamente recuperado para mañana, estimo que en tu caso debe ser algo similar. – Comentó el líder. – En un par de días estaré totalmente recuperado, solo necesito reposar un poco más. Cambiando de tema, ¿qué opinas acerca de los nuevos miembros? – Preguntó el rubio. – Aún falta observarlos más de cerca, pero el hecho de haber protegido Shirizu significa cuanto menos algo. Un valor agregado podríamos decirle. En particular tengo vistas especialmente para el hermano de Akari, como un asesino especializado, no es un combatiente al nivel en que estamos tú y yo, pero sin lugar a dudas podría limpiar un escenario complejo antes que cualquiera se diera cuenta, y sin dañar nada de su entorno.

Jeh, tú y yo podríamos limpiar ese escenario, llevándonos con nosotros todas las personas, junto a todo el edif-. – Dijo Yashamaru, siendo abruptamente interrumpido por una gran detonación que sacudió toda la mansión. Dicha explosión provenía de los salones, contrarios al lugar en que se encontraban ambos shinobis. Todos los miembros fueron capaces de oír de donde provenía la explosión, pero cuando llegaron allí, no había absolutamente nadie. Al mismo tiempo, una mujer de cabello verde se movía por los pasadizos de la mansión a gran velocidad, evitando cualquier posible encuentro con algún miembro de la organización. ¿Su objetivo? Probablemente Yorumaru. Sin embargo, un par de pasillos antes de llegar a su destino, se topó con Shingetsu, quien le interrumpió el paso en ese mismo instante.

¿Otra rata viene a atacarnos directamente? – Dijo Shingetsu molesto. Ya era la segunda vez que ocurría algo así en poco tiempo. La mujer se había quedado como una estatua en ese preciso instante. El único movimiento que realizó fue extender ambos brazos hacia su bolsa de armas, en donde guardaba una arcilla de color blanca. Shingetsu notó eso e instantáneamente se abalanzó hacia la mujer. Sin embargo, cuando el joven logró ponerse en frente de ella, esta saltó por encima de él, inmediatamente lanzando la arcilla hacia el techo para hacerlo explotar. De este modo, los escombros crearon una barrera que separaba a ambos shinobis. – ¡Maldita! – Gritó Shingetsu, quien estaba fuera de cualquier rango de ataque posible.

De esa forma, la kunoichi siguió corriendo hacia el otro sector de la mansión, hasta ser interrumpida nuevamente por un enorme virote de metal, el cual estuvo a pocos centímetros de arrancarle la cabeza, dejándole sólo un corte en la mejilla. De un costado, salió Yashamaru, quien sin dejar de apuntarle con una mano, realizó una pregunta. – Responde, ¿por qué estás aquí? Tienes un minuto, piensa bien qué vas a responder, si no respondes en ese lapso te aplastaré la caja torácica con todo lo que hay a tu alrededor.

Soy alguien del Consejo de las Naciones Aliadas. Cualquier ataque que realicen contra mí puede ser interpretado como una actitud hostil hacia el mismo. – Tras escuchar eso, Yashamaru sencillamente se rió, escupiendo hacia la kunoichi. – Me importan un carajo tus políticas, dime por qué estás atacando aquí. ¡¡Ya!! – Ante la amenaza, la kunoichi intentó retroceder, hasta que sintió una púa posarse suavemente contra su cuello, a la altura de la primer vértebra dorsal. – No estoy bromeando. Has un solo movimiento y serás un títere con sus cuerdas rotas. La kunoichi pudo sentir un sudor frío cayendo por su frente, no tenía posibilidades de hacerlo volar por los aires sin que él la matase primero. Tras meditar sus opciones por veinte segundos, comenzó a hablar. – Se me ordenó cazar a los miembros de Akatsuki Afterlife. Soy parte del escuadrón de caza y asesinato del Consejo. Por favor, entiende que yo no he decidido hacer esto. Sólamente sigo órdenes, no tengo nada contra ti o tu gente. – Dijo con tono de súplica. – ¿Y? Aquel que ose atacar esta mansión y a cualquiera de los miembros de la organización, es mi enemigo. No me importa si recibes órdenes de un superior, si insistes en desobedecerme, te mataré a ti y luego iré personalmente por la cabeza de todos tus superiores. Así que piensa muy bien tu siguiente movimiento.

En ese momento, ella supo que no iba a poder convencer al Cuervo de ninguna manera. Para él, una de las cosas más importantes, después de su familia, era su organización: su segunda familia. Era uno de sus tesoros y no iba a dudar en matar para defenderla. Sin embargo, ella tampoco estaba dispuesta a ceder ante las amenazas de su enemigo… Iba a esperar el momento idóneo para tomarlo desprevenido. – Está bien, responderé a tu pregunta… Se me ordenó específicamente buscarte a ti y trae-. – Dijo la kunoichi hasta que fue interrumpida por Yashamaru. – Espera… ¡Te recuerdo, tú fuiste quien organizó el atentado a la Academia!

Fue sólo un segundo de distracción por parte de Yashamaru, pero ese segundo fue aprovechado por Sinon a la perfección; dinamitando el suelo bajo ella, escapó rápidamente de un torrente de metal que se abalanzó sin piedad. Con el más mínimo error hubiera muerto sin dudas. Cuando salió del rango de visión del enemigo, lo primero que hizo fue recuperar el aliento. Estaba tan concentrada observando las reacciones del rubio que incluso había olvidado respirar. Inmediatamente, corrió por el subsuelo, al mismo tiempo que el torrente de metal ascendía hacia la posición del Cuervo. – ¡Demonios, leyó mis movimientos! – Dijo furioso el sublíder.

Cuando la mujer logró ascender hacia el terreno que rodeaba la mansión, utilizando el elemento Tierra para ello, un dragón de arcilla que fue avistado por algunos miembros de la organización desde las ventanas de la estructura bajó inmediatamente a recogerla, para sin dilación ascender por los aires. – Pasemos al plan B… ¡Volar todo en pedazos!

El dragón de arcilla abrió su boca, empezando a disparar de ella una gran cantidad de misiles del mismo material hacia la mansión, volando la estructura en mil pedazos, destruyéndola por completo. Si no hubiera sido por la rápida reacción de Ken, Hikaru, Kōhei y Shingetsu, la gran mayoría hubieran sido sepultados debajo de las rocas. – Faltó poco, ¿se dejaron a alguien dentro? – Preguntó Hikaru, soltando a Mizuki. – No. – Respondió Ken, soltando a Nagare, quien le lanzó una mirada asesina por cómo lo cargó. – De hecho, sí nos olvidamos de algunas personas…

Kōhei, soltando a Emi, señaló su punto. – Aquí faltan Yorumaru, Yashamaru y Shiro. – Fue entonces cuando Shingetsu se rascó la mejilla, tras soltar a Kurohana, quien cayó dando una voltereta, y Nenshō, de quien tuvo que esquivar un golpe. – Vaya… Esto podría llegar a ser un problema. – Tras una breve escaramuza de ambos, oyeron un enorme estruendo, proveniente de las ruinas. Shiro salió de unas escaleras tras patear unas pesadas puertas de metal. – Juro que los mataré. A todos. – Fue lo único que dijo.

Mientras los miembros observaban hacia las ruinas de las que Shiro salía, se hacían presentes los dos líderes de la organización, saliendo de una esfera metálica alrededor de ambos, la cual sin dudas los salvó por los pelos de lo que era una muerte segura. – ¿Estás bien, Yashamaru? – Preguntó Yorumaru. – Sí, solo me torcí un poco el brazo, pero no es nada grave. – Respondió. – Un segundo más y hubiéramos quedado aplastados por un montón de escombros. – Señaló Yoru, antes de que los miembros de la organización se reunieran con ellos.

A pesar de oír el llamado de una reunión urgente, Shingetsu comenzó a moverse a una enorme velocidad hacia el dragón de arcilla que se retiraba por el horizonte: Sinon no tenía necesidad de seguir combatiendo, con la moral y la infraestructura de toda la organización caída al suelo, no tenían posibilidad alguna de ofrecer resistencia. Sin embargo, fue sorpresivamente retenido por un armazón de metal que lo aprisionó a un árbol. Para cuando logró romper la madera (destrozar el armatoste era impensable), Yashamaru ya se encontraba frente a este.

¡¡No seas necio!! – Gritó a su alumno con suma rudeza. – ¿Crees que esto es sólo un juego del gato y el ratón? ¿Que nos vamos a reír al final del día de todo esto? Nadie, ni siquiera las más grandes amenazas que hayamos enfrentado anteriormente, pudieron destruir este lugar. ¿Ahora entiendes? ¡¡Responde!!

Shingetsu se limitó al silencio. Era la primera vez que sentía que su maestro estaba realmente furioso por su actitud. En ese mismo instante, Yorumaru procedió a hablar. – Escuchen todos. Ahora mismo, todos corremos el mismo peligro. Las grandes naciones nos buscarán exhaustivamente, por lo que, de momento, no podemos permanecer como grupo. Shiro, necesito que te ocupes de averiguar el estado de nuestra relación con el País del Hierro. Si se han ocupado bien de aniquilarnos, han debido matar esa relación… Ten cuidado. En cuanto al resto…

Dispérsense sobre la faz de la Tierra…
Hasta que pase el tiempo para resucitar las nubes rojas.
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