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Herramientas para el Dolor
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(痛みための用具, Itami tame no yōgu)

Información
Anterior De una Manera Bella
Siguiente Si se Rompe el Espíritu
Saga Sobrevive en tus Memorias
Personajes
Shiro Kurosuke
Ken Namikaze
Mizuki Yuna
Shingetsu Wasp
Akai
Haruka
Kōhei Suenami
Kurohana Uchiha
Franken Stein
Jutsus
Jutsu: Clon de Agua
Jutsu Volador del Dios Trueno

Herramientas para el Dolor (痛みための用具, Itami tame no yōgu) es el capítulo #32 de Akatsuki Afterlife, perteneciente a la saga "Sobrevive en tus Memorias"

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Tras haber sellado el sistema de chakra de Emi junto a Yashamaru, Shiro se había dirigido directamente hacia su laboratorio, desde donde podía monitorear la situación a lo largo de los terrenos de la mansión como una especie de cuartel general. Sin embargo, por más que pudiese tener una idea aproximada de lo que estaba sucediendo, no pudo haber prevenido jamás lo que acababa de suceder en la arena de entrenamiento del predio. Dado que la misma se hallaba blindada, le resultaba imposible poder ver las actividades que sucediesen allí dentro.

A pesar de todo, aunque no pudiese saber qué había pasado dentro, sabía muy bien el resultado. La arena ya no existía como tal, quedando de la misma sólo una pila de escombros y algunas columnas en pie. Ante ello, el veterano Kurosuke contactó tan rápido como pudo (lo que no tardó más de un minuto y medio) con Ken Namikaze y Mizuki Yuna, enviándolos hacia el desastre.

¡Corran! ¡¡Sean el viento, YA!!

Tras eso Shiro fue directamente al vestíbulo de la mansión, donde encontró a un muy desmejorado Shingetsu Wasp junto a un agotado Akai y una crispada Haruka. – ¿Qué fue lo que le sucedió a ustedes? – Preguntó el Kurosuke al grupo. Con su experiencia, podía darse cuenta que Shingetsu debía ser llevado para ser tratado, y que Akai necesitaba descansar asimismo.

Nos tendieron una trampa… Wasp y yo terminamos combatiendo para hacer tiempo, y en medio de nuestro combate uno de nuestros enemigos le arrancó un brazo. Da igual, ahora están muertos, Haruka los mató. – Shiro se cruzó de brazos, en general no le hubiera molestado que matasen de una manera horrible a un oponente, pero cuando este podía llegar a tener información de quiénes eran quienes los estaban atacando la cuestión era diferente.

En fin… – Con una rápida sucesión de posiciones de manos, Kurosuke creó dos clones. – Haruka-chan, ¿podrías buscar a Kurohana-chan? Dado que es de nuestros efectivos en mejor estado, tengo que hablar con ella. – Mientras decía esto el Kurosuke cargaba a Shingetsu con ayuda de uno de sus clones; asimismo, el clon restante se dirigía hacia Akai, quien tras negarse un par de veces (y caer intentando moverse por sus medios) aceptó ser llevado a su cuarto por el clon.

Claro nya, pero asegúrate de que goshujin y emo-kun estén bien nya, al fin y al cabo serán mis juguetes luego nya. – Tras decir eso, Haruka saltó hasta el primer piso de la mansión y se perdió por sus corredores en busca de Kurohana. Entre tanto Shiro bajaba hacia su laboratorio con Shingetsu, al cual iba a hospitalizar en una cama siempre preparada. Kōhei estaba esperando en la puerta del laboratorio, y saludó con un gesto tranquilo a quienes bajaban por las escaleras.

¿Y Akari? ¿Y Yorumaru? – La mirada de Shiro demostraba que estaba cansado, no había descansado muy bien desde la vuelta de la caza y lo había estado disimulando, pero la falta de descanso le estaba cobrando su parte. – Durmiendo, los dejé un rato para que descansaran. ¿Ese es Shingetsu? Deberíamos tratarlo rápidamente si queremos darle un brazo nuevo o será completamente inútil. – Entrando al cuarto y ahora cargando al inconsciente Wasp junto al Suenami, recostaron a Shingetsu en la cama para conectarlo a unos aparatos básicos de control.

Bien… Esto debería bastar, ¿pero cómo podríamos recuperar su brazo? – Hablaba para sí Shiro, sin darse cuenta que Kohei seguía dentro del cuarto. – ¿Mokuton? Con eso podríamos reconstruir un brazo que pareciese humano. – Shiro volteó hacia Kohei con el rostro apesumbrado, señalando un piletón donde había arena de hierro. – Desgraciadamente no contamos con un cultivo de Mokuton, la última vez que intentamos hacer que esas células se reprodujeran terminó en un rotundo fracaso y debimos abandonar el cultivo, ¿pero crees que podamos hacer algo con ese hierro?

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Bajando por las escaleras al vestíbulo de la mansión ingresaban Kurohana junto a Haruka, al tiempo que se habría la gran puerta que daba a los jardines de la mansión; por allí entró Franken Stein cargando consigo a un inconsciente shinobi. – ¡Franken-san, Franken-san! – La joven Uchiha saltó seguida por Haruka, para atajar sorpresivamente el cuerpo que le era lanzado por este. – ¿Desean hacer algo importante? Aquí tienen, es un shinobi que huía del predio de la mansión que capturamos Yashamaru y yo, seguramente sepa algo importante.

Averigüen todo lo que sepa, tortúrenlo si es necesario.
Háganlo en mi cuarto, hay herramientas para ello.

Tras decir esto el clon de Franken se deshizo, y ambas kunoichis cargaron el cuerpo inerte, sorpresivamente ligero, y se encaminaron a uno de los pasillos más oscuros de la mansión.

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Ya en la destrozada arena, tanto Ken como Mizuki se ocupaban de bajar el cuerpo de su fallecido compañero, Itami Uchiha. – Esto es horrible… ¿Por qué alguien haría algo así? – La kunoichi comenzó a cauterizar las heridas del cadáver con un botiquín que llevaba en su morral mientras Ken se subía a un pilar. – Me parece que podría alcanzarlo si se fue por el bosque el agresor, ¿podrías llevar el cuerpo a la mansión, Mizuki? Perseguiré a este tipo y lo arrastraré aquí.

¡¡Aunque tenga que destrozar todo el bosque para ello!!

Tras decir aquello y tomar un kunai de espacio-tiempo, Ken desapareció con un sello del Hiraishin no Jutsu, mientras Mizuki trasladaba el cuerpo en una plataforma de hielo que la seguía mientras caminaba de vuelta hacia la mansión.

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En el cuarto de Franken, Haruka y Kurohana encontraron dispuesto prácticamente para comenzar su uso un equipo completo de tortura, al cual ataron a su presa. Allí, y tras despabilarlo con agua helada, comenzaron a interrogarlo de a una pregunta cada una, forzándole sus miedos con el Sharingan la Uchiha, y utilizando diferentes instrumentos de aquellos que había en el cuarto e incluso sus propias manos la joven de rasgos felinos.

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Ensimismado en sus pensamientos, Ken intentaba dilucidar por qué el asesino de Itami dejaría marcado su nombre en el cuerpo de este; «Sasaki» era lo único que podía servir de pista a simple vista como marca del agresor. Ya en lo profundo del bosque, no parecía haber ninguna pista del mismo, y Ken estaba siguiendo más que nada a su mismo instinto.

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