(天皇の殉死, Ten'nō no Junshi [1]) | |||
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Información | |||
Saga | Yashamaru Gaiden: Entre la Lealtad y el Poder | ||
Personajes | |||
Hanae L'Empereur | |||
Objetos | |||
Cristales Kagami |
El Sacrificio del Emperador es un capítulo especial del Yashamaru Gaiden, en él se relata la historia y vida de L'Empereur, visto desde sus memorias.
Opening[]
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Un Deseo... ¿Un Por Qué?[]
Había pasado tiempo... Sin embargo, las heridas siempre pueden doler como en el primer día, ¿Qué voz o mano en el mundo podría levantarse contra lo que yo quería? ¿Acaso no era todo tan injusto? ¿Morirse así? Jamás podré perdonarme por no haber estado... No haber podido hacer nada... Me resulta fatal, nunca pude, y ya no creo que pueda, he de pedir perdón a ella... A ellas... No estuve para apoyar a una, y por eso no he podido criarla con su madre a mi pequeña... Al menos, por una vez, quiero poder cambiar las cosas, ella tiene derecho, tiene derecho a poder criarse con su madre... No quiero este futuro... Quiero que estemos todos... Aunque tenga que sacrificarlo todo por ello... Ellas se merecen todo...
Mil Grullas[]
"Despertar, otra vez despertar, levantarme, mirar la cama, mirar la cama vacía, suspirar, vestirme, contemplar ese retrato, mirar mi reflejo en el espejo, ver aquella luz apagada en aquél lugar tan profundo, lo más recóndito de mi mirada. Creo que en parte, se me podría achacar cierta tozudez, esas ganas de siempre esperar que suceda lo mejor esperable, y no contentarme con un resultado negativo, pero es mi deber, no puedo no esperar lo mejor para ella, para mi hija, ya las series de eventos sucedidos habían sido muy injustos con mi pequeña, debía darle todo aquel cariño, aquel amor, el que su madre no pudo brindarle por completo... Ya preparado, bajé con una sonrisa a preparar un desayuno, ella entró a el comedor, con su habitual saludo, no pude evitar volverme a ver cálido, encendido, traje una sonrisa, y le dejé el desayuno a la mesa."
???: Buenos días hija, ¿Qué tal dormiste?
Le sonrió mientras aprolijaba un poco más la mesa.
Hija: Bien pa, gracias por preguntar, ¿Qué tal tu?
Él tomó asiento y le dirigió una mirada cansada a su hija, quien le devolvió el gesto con ojos preocupados.
Padre: Tuve otra vez el mismo sueño de siempre... Ya sabes, la historia de tu madre vuelta a ser repetida en mi mente, una vez más... Siempre ese final, siempre, siempre, yo no pude-
Con un impulso prácticamente inconsciente, la joven se lanzó a abrazar a su padre, quien le correspondió el mismo. Siendo atravesado por un déjà vu, un escalofrío recorrió al padre.
Padre: Yo no pude... No pude hacer nada por salvar a tu madre...
•••
Caía ya la noche tormentosa sobre las casas de la pequeña aldea del Remolino, la lluvia golpeaba contra las ventanas, el viento azotaba las rebeldes ramas de los árboles, que se resistían a la vorágine de un minúsculo Maelstrom en tierra. En una pequeña sala del hogar de ambos, padre e hija, se encontraba el mayor estudiando un libro, iluminado a la luz de las velas; aquella sala, que por sus características revelaba ser alguna especie de estudio propio, personal, se encontraba "decorada" por una serie de hilos, que iban de un lado al otro de la habitación, sostenidos de las paredes por clavos como encarnados en la piel de un animal moribundo, de estos, colgaban pequeños papelillos; eran grullas, cientos de ellas, miles. La débil luz de una vela iluminaba las hojas de aquél viejo incunable, el papel manuscrito hacía tiempos inmemoriables era recorrido por la mirada centrada del padre, quien parecía buscar una llave escondida entre los trazos de las páginas.
Padre: Debe existir en alguna parte, recuerdo haberlo leído. La herramienta contemporánea al Dios, la causa de los celos de la Princesa, el motivo de la muerte de mi antepasado primigenio... Aún se debe encontrar, escondido en algún lugar, profundo, fuera de la vista de Deidades, Reyes y Líderes Negativos.
Siguiendo la recorrida de las letras, llegó en un momento a un pasaje extraño, una especie de testamento dentro de un libro antiquísimo; sin embargo, la misma apreciación de esas palabras le trajo luz al portador.
Lejos de los mares, alejado de las raíces del árbol, cubierto del polvo y las cenizas de una guerra ya olvidada, se encuentran los espejos que reflejan los Hados del destino. Las llaves del Pasado son un Presente para el Futuro. Las lego a mi legítimo heredero, el Rey las Dos Coronas, el del Negro Trono, que se sienta al otro lado de la lluvia.
Padre: Hay un lugar que cumple esta descripción... Ha estado encerrado desde siempre en terrenos de mi familia... Por generaciones, las puertas del Destino se han hallado enterradas en la vieja Fortaleza abandonada de mi Clan. La Fortaleza de Lapislázuli, se encuentra cubierta por el desierto del País del Viento, nadie ha entrado ahí por generaciones, está casi completamente cubierta, solo permanece visible una torre, debería infiltrarme por ahí... Necesito las Llaves.
Infiltrados[]
Pasadas unas semanas, y bajo la excusa de una misión impostergable, el padre salió a las lejanías del desierto del País del Viento. La brisa, nada refrescante, arrastraba el polvo junto con el calor, sofocando todo intento de vida que pasase por el lugar. Él, ataviado con los atuendos clásicos de los moradores del desierto, acechadores de las arenas, caminaba con presteza y en la total medida de lo posible hacia una ruina sobresaliente desde una duna.
???: Vamos padre, llegué antes que tu aquí, es verdad que estás algo viejito.
Soltando unas leves risitas, la joven le indicó a su padre una grieta en la pared de la ruina, a la cual luego dio un sendo golpe, destrozando el corto muro.
Padre: Hanae, tienes razón al respecto, no tengo la juventud que tuve en su momento, pero me he mantenido bastante bien.
Devolviéndole una sonrisa, pronto este volvió a una expresión seria, observando bien la oscuridad de la ahora abierta ruina, la torre de la Fortaleza de Lapislázuli.
Hanae: ¿Qué tan peligroso es este lugar?
Padre: Según recuerdo, solo los miembros más hábiles de mi casi difunto clan podían permitirse entrar a la Fortaleza de Lapislázuli una vez que se terminó el período de las guerras entre clanes, y así fue hasta más o menos la época del Tercer Kazekage, pariente nuestro, quien terminó por prohibir la entrada a la fortaleza. Así, nos olvidamos prácticamente de la misma, y esta pasó a ser reclamada por el desierto, fue tapada por las arenas, y ahora no es más que una enorme ruina llena de trampas y peligros... Te he insistido varias veces para que no vinieses conmigo y aún así insististe en venir hasta aquí, pero todavía estás a tiempo, mi hija querida, el pasaje aún no es lo suficientemente estrecho como para evitar la vuelta atrás, puedes retornar a Uzushiogakure si lo deseas, pero una vez pases a la fortaleza, no podrás separarte de mi, para que evitemos así los peligros de la misma. ¿Deseas volver a casa? Piensa en tu seguridad...
Hanae: Pa... Estás tu aquí, yo se que estaré segura; y deseo acompañarte en esto, ¿No me confiaste acaso que era de suma importancia para ti?
Padre: Más me lo sería tu seguridad... Pero no volverás, eres predecible, hija, parecida a tu madre... Ella no solo no hubiera dado un paso atrás tal como tu lo haces... No darás tu brazo a torcer Hanae, haciéndole honor a tu clan, ahora vamos, debemos conseguir aquello que me ha sido encomendado para cambiarlo todo.
Con un breve asentimiento, pasó a través del ahora derruido muro, para pisar unas podridas tablas de madera, las cuales al no soportar el peso del padre se quebraron, lanzando a este a la base de la torre en caída.
Hanae: ¡¡Papá!!
Con gran rapidez, Hanae comenzó a descolgarse entre diferentes salientes de la antigua torre de la fortaleza; apagados azules, dorados, y en algunos lugares específicos el rojo rubí, algunos detalles en plata, y en algunos recovecos el herrumbre de la estructura. Bajó al piso y vio a su padre, rodilla en piso.
Hanae: Papá... ¿Te encuentras bien?
Padre: Sí... Tan solo es la misma rodilla que me herí hace un tiempo, está todo bien, hija, la caída no me ha hecho efecto, usé un truco de nuestro Elemento Magnético, para mostrarte las grandes utilidades del mismo, lo repetiré, aunque sin caer, no quiero golpearme la rodilla otra vez.
Lanza una muy corta carcajada, para luego crear una nube de metal, cuya forma recordaba la de un colchón; acto seguido tomó asiento sobre esta, para que la misma se desarmase lentamente al absorber la caída.
Padre: Con trucos como estos puedes aumentar mucho más tu capacidad de supervivencia, aún nos toca ultimar ciertos detalles para que obtengas el último nivel que crea la escuela del Clan Atsuryoku respecto a sus Kekkei Genkais, en poco podrás alcanzar el control que yo poseo, Hanae-chan.
Él extendió un brazo, para que su hija lo ayudase a reincorporarse, tras que ella lo ayudó se dedicó a observar las paredes de la sala en la cual se encontraban. Leyó lo escrito en una de ellas.
Sentándose a meditar unos momentos, el último Atsuryoku se dispuso a traducir el texto muerto en la pared, escrito en un brillante dorado, sobre las incrustaciones azuladas que componían la pared.
Padre: Está escrito en una lengua muerta, pero la he leído antes... Se encuentra en el Malevolencia, y estoy seguro que nos llevará a nuestro objetivo. Hanae, haz algo de guardia, por favor, intentaré traducir el texto.
Mirando fijamente la piedra, se dispuso a jugar con un palo sobre el polvo, mientras Hanae caminaba un poco por la sala. Pasados unos quince minutos, se levantó y desempolvó sus ropas, llamando a su hija.
Padre: El fragmento nos indica la localización de los cristales, mira hija.
Hanae: Padre... Parece ser que alguien nos ha seguido hasta aquí...
Padre: Que nos busque... Como nos encuentre se arrepentirá de profanar un lugar prohibido, faltar el respeto a clanes, y aún más, a una Fortaleza ya Necrópolis como lo es este gran sepulcro de lapislázuli bajo la arena.
Altar[]
Pasando por diferentes habitaciones de las que componían la fortaleza, esperaban encontrar dos de las posibles opciones a verse dentro de la Fortaleza, el Altar Saturnino (según lo visto por algunas paredes, que implicaban el nombre al Altar) o el profanador de la Ciudadela. Tras haber atravesado no mínimo siete estancias diferentes, llegaron a una gran escalera, por la cual comenzaron a subir. Habían subido ya varios escalones cuando una lluvia de Kunais fue arrojada hacia los shinobis; Hanae saltó hacia un costado, hecho que su padre no pudo repetir, resultando impactado por dos Kunais a la altura de los omóplatos; cayó la altura de los escalones caídos, dando contra el suelo.
Hanae: ¡Padre!
Con velocidad Hanae se dispuso junto a su padre, rechazando una Fūma Shuriken dirigida hacia el mismo. Un enmascarado se lanzó contra la joven, quien le encajó una rápida patada al tórax, desestabilizándole. Con rapidez, la muchacha tomó un Kunai, haciéndolo girar con presteza en su mano. El desconocido adoptó posición de guardia sujetando firmemente una Kama.
Hanae: Atacaste a mi padre... ¡No te puedo perdonar!
Lanzó con gran fuerza el Kunai hacia su adversario, quien lo bloqueó con la Kama, para así correr hacia este y dar un puñetazo al contrincante, quien retrocede unos pasos por su bloqueo; los que Hanae aprovecha para retroceder, mientras comienza a realizar posiciones de manos.
Hanae: Perece como la seca indiferencia y el ardiente odio que me produces al caer en el vacío de las iras, Elemento Quemar: Masacre de Vapor.
Tomó otro Kunai, con el cual apuntó al mercenario, mientras las esferas de su Elemento ascendían en el aire hasta cierta altura, girando, para luego descender furtivamente contra su contrincante, impactando de lleno, mientras este todavía se encontraba vivo, para que saliese la sangre carmesí en un chorro, evaporándose en el mismo aire, dejando un escarlata algo oscuro en el ambiente tras haberse disuelto la nube un poco.
Hanae: ¡Padre, déjame ayudarte!
En pos de socorrerlo, Hanae quitó con suavidad los Kunais de la espalda de su padre, quien tosió unas casi imperceptibles gotas de sangre, el mismo líquido tomaba muy lentamente las ropas, dándole al azul oscuro de su uniforme una tonalidad violácea.
Padre: Hija, tranquila... Yo puedo solo, dame un poco de tiempo...
Inmovilizándole, comenzó a curarle con Ninjutsu Médico las heridas de los Kunais a la altura de los omóplatos, realizando esto por al menos quince minutos, tras esto, lo sentó con suavidad, mientras le daba una píldora del soldado.
Padre: Serás exagerada... Me hubiera recuperado solo en un rato.
Hanae: Más vale asegurarse, pa.
Tras ese intervalo, prosiguieron el camino hasta llegar a un gran pórtico, con un sello sobre el mismo el cual claramente marcaba la estancia a la cual buscaban llegar. Investigaron por unos momentos el sellado, para que luego Hanae comenzase a deshacerlo; acababa de lograr esto cuando un golpe seco propinado en el comienzo del cuello la lanzó al suelo, inconsciente. Su padre extendió una mano, apareciendo así una antiquísima guadaña de mango en madera, con una hoja silvana, como la luz de la luna a través de las frías ramas de un muerto bosque en épocas pasadas.
Con la fuerza de una tromba, chocó contra su contrincante, clavándole la hoja de su guadaña a la altura del abdomen y dándole un giro de unos noventa grados luego, tirando hacia abajo, por una pierna. Al caer el adversario al piso, impregnó un brazo en un férreo vírus Ocaso, para dar un golpe brutal al tórax, rompiéndole una costilla con el mismo. Luego extendió ambos brazos, tras retirar el Ocaso del mismo, para entretejer alrededor de su enemigo.
Padre: Nadie daña a mi familia... Ya no más...
Impregnando los hilos en sus Elementos Viento y Fuego, redució a trozos de carne ardiente al mercenario, para luego arrojarlo por la gran escalera que daba a la puerta. Tras haberse ocupado de este, levantó a su hija y pasó un brazo de esta por sobre su hombro, para así pasar a la siguiente habitación, el Altar, donde la dejó cerca de la puerta, para ocuparse de ella. Cuando logró recuperar esta el conocimiento, le brindó unos tragos de agua, seguido de un terrón de azúcar.
Padre: Hija, descansa un poco, por favor, ahora iré a tomar las Llaves, y luego podremos volver a casa, toma algo de aire, ya no vendrán mercenarios.
Hanae: Pero papá, yo-
Al ver que ella comenzaba a articular una oración, se acercó a su oído, para susurrarle.
Padre: Tranquila... Ya está todo controlado, no pasará nada más, puedes descansar.
Escape[]
Ya había terminado el peligro, tan sólo restaba ahora tomar las llaves, él se acercó a las mismas; Los "Llaves" habían resultado ser unos cristales, de un color rojo sangre, parecían sacados del destilado de la sangre de antiguos reyes pasados, ya olvidados por la misma humanidad por ellos defendida. Al acercarse a ellos, estos emitieron un brillo sobrenatural, que contrastaba con la luz penumbral del lugar. Acercó una mano a los mismos, y un halo purpúreo envolvió a la misma, de repente, el bermellón líquido de la vida comenzó a cubrir su mano, con dolor introdujo su otra mano, que resultó herida con lo mismo, intentó quitar sus manos, pero una fuerza superior a él lo arrojó aún más hacia el altar; el carmesí cubría sus manos a medida que la misma fuerza que lo había arrojado contra el altar lo jalaba cada vez más hacia este.
Con sumo dolor, intentó gritar sin poder exclamar nada desde su boca, sus cuerdas vocales estaban paralizadas, desde sus prisioneros brazos comenzaron a marcarse las venas, subiendo hasta el cuello, de allí, se hundieron en su torso; llegó un punto en el cual comenzó a ver borroso, cayó de rodillas, para que luego el poder de aquel altar lo golpease violentamente, arrojándole hacia una pared, contra la cual chocó golpeando su cabeza; mientras sus ojos se cerraban, miró sus manos, cubiertas de sangre y chorreando parte de la misma al piso, las gotas lo rodeaban, entre tanta sangre, entre los signos del dolor, se encontraban ahora dos perfectos y redondos cristales, de un granate intenso, sanguíneo, algo oscuro, con unos atrapantes destellos purpúreos capturados dentro, cual truco de hipnotista. Vio todo eso ser ejecutado en una velocidad mucho inferior a la real, y cerró sus ojos; en la lejanía del letargo, pudo escuchar los gritos de su hija intentando despertarle, luego cesó todo.
Hanae, claramente alterada al ver el estado de su padre, comenzó a revisarle, intentó aplicar su Ninjutsu Médico sobre sus manos, pero cada vez que lo intentaba, un chakra purpúreo envolvía a las mismas, rechazando al propio; desistiendo ya de esta operación, realizó unos rápidos sellos de manos, y una nube de metal se gestó junto al padre. Con algo de esfuerzo, levantó a su padre y lo colocó en esta misma nube; chasqueó los dedos, y esta misma comenzó a seguirle. Corrió entre diferentes estancias, huyendo de los peligros ocultos de la antigua Fortaleza de Lapislázuli, hasta llegar a la base de la torre. Viendo la podrida cúpula, levantó un brazo por sobre ella, mientras que una cantidad considerable de pequeños orbes del Elemento Quemar se condensaron por sobre ella, hasta formar una esfera del diámetro de la torre, la cual lanzó con un fuerte puñetazo hacia la cúpula. Tras esto, y realizar el sello del carnero a una mano, comenzó a saltar y trepar por las paredes, aprovechando el metal de las mismas para escalar con su Elemento Magnético, ya cerca de la cúpula, saltó y asestó un fuerte puñetazo de metal, cubierto por una capa de Fuego. La torre así trastabillo en sus cimientos, y parte de la estructura comenzó a caer sobre sí misma. Realizando nuevamente el sello del carnero a una mano, la nube comenzó a subir hacia ella; alcanzó la salida y la nube saltó hacia fuera con ella, la entrada se cerró con los escombros, y la arena comenzó a caer por el agujero.
Hanae: Debo sellar este lugar, por el bien de todos, Sello de los Cuatro Símbolos.
Cubrió enteramente la entrada con una placa de metal, y luego apoyó su mano sobre la misma, quedando así posicionada unos momentos; al terminar, retiró su mano, para mostrar así el sello característico del Clan Uzumaki sobre la misma placa. Al oír todo el alboroto, su padre se revolvió un poco en la nube de metal.
Padre: ¿Sh-Shinku?
Hanae: ¿Qué? Papá, ¿Cómo te encuentras?
Padre: Eso no importa ahora... Shinku, has vuelto, aquí estás...
Con presteza, la hija tomó la temperatura de su padre, notando así rápidamente una fuerte fiebre, echó algo de agua sobre el rostro de él para intentar aplacar la misma, a lo que este se quejó con un murmureo incomprensible.
Padre: Basta basta, no te fijes en eso, Shinku-chan, eso no importa, se irá solo, no importa. Yo quería~
Hanae: Pa... Estás delirando... No soy mamá...
Padre: Shhh, calla, no digas nada, ahora yo debo hablar, Shinku. ¿Recuerdas aquella ocasión en que resultaste atacada por aquellos shinobis en el bosque? Pasaba aleatoriamente por el lugar, vi la escena de casualidad, te estabas defendiendo prestamente ante aquellos, pero eso no iba a impedir que acudiese a socorrerte. Realmente me indignaba, me indignaba que te comenzasen a atacar de manera tan injusta, tan poco leal... Esa fue la primera vez que nos vimos.
Hanae le colocó un paño frío en la frente, mientras los ojos vidriosos de su padre la miraban temblorosos.
Padre: Forjamos una amistad, y no era secreto el hecho (o al menos a mi me parecía poco oculto) de que buscase toparme contigo tal vez "accidentalmente", "de casualidad". Buscaba tu compañía, era una manera de estar con alguien que de alguna manera, y era algo pactado tácitamente, alguien que podía entenderme bien, así como yo creo que llegué a comprenderte. Era el dolor condensado en una vida, el sufrimiento, el pesar, no lo se, algo de ello, tu tragedia, hacía que sintiese verdaderamente necesario el tener que estar junto a ti, lo requería yo también, estar en tu compañía era estar a salvo.
Hanae: Pa...
Padre: No, calla, no he terminado. Luego formamos una pareja, sí, supongo que es algo que iba a suceder tarde o temprano, el nerviosismo me consumía cuando pensaba en una manera de hacerte saber mi amor, pero no importaba, tuve que hacerme fuerte sentimentalmente, y buscar una manera, una excusa, para poder pedirte aquello que tanto anhelaba.
El paño se había secado completamente, Hanae lo retiró para colocar otro aún más húmedo y frío. Los ojos vidriosos se transformaron en ojos ya llorosos, y una lágrima resbaló lentamente por sus facciones.
Padre: El tiempo seguía corriendo, nuestra relación tomó el asiento que debía tomar con el paso temporal de nuestras vidas. Tuvimos a nuestra hija, y llegaron esas "discusiones" que no eran discusiones, era cariño. Tu querías ponerle Hanae, y darle mi mismo apellido, querías darle el Clan Atsuryoku a nuestra hija; yo, en cambio, deseaba darle por nombre Naoko, y hacerla portadora de tu apellido, el del Clan Uzumaki. Finalmente, yo me salí con la mía, y terminamos por ponerle Naoko Uzumaki; sin embargo, mi querida hija, eres tan Uzumaki como tu madre, y tan Atsuryoku como tu padre...
Naoko: Mi nombre de encubierto... El nombre que tanto abogaste para que utilizase estando de encubierto... Aquel nombre que tan importante te resultaba también, resultó ser el nombre que mi madre quiso darme...
Su padre rompió así en lágrimas, y continuó hablando.
Padre: Prometí que no te faltaría, no te fallaría, estaría junto a ti frente al peligro, pasara lo que pasara. Pero no pude cumplirte mis promesas... Cuando la historia hubiera sido diferente, si hubiese estado a tu lado en aquel momento, no hubieras fallecido... Si hubiera estado a tu lado... Naoko hubiera tenido a su madre consigo... Si hubiera estado... Pero no, estuve lejos, entrenando en la Desolación, me enteré tarde de todo, me llegó tu carta de despedida, y no pude tolerarlo, no pude soportar, no estuve, no pude hacer lo que había prometido, lo que había jurado, me sumí en un fuerte estado de ira y furia contra mi mismo, pero entonces tu abuela se ocupó de hacerme entrar en razón... Si yo no volvía en mi, si no recuperaba la razón, si no asumía lo hecho, lo sucedido, por más que doliese, ¿qué sería de nuestra hija? Decidí entonces ser el padre que Naoko debía tener, no estaba solo empero en ello, tu abuela, Zack, Ame, Akira, siempre estuvieron allí, se volvieron familiares. De mi, mi familia, nada de ella le pudo quedar a nuestra hija, al fin y al cabo, soy el último Atsuryoku de Sunagakure, mi clan murió hace tiempo, mi madre, hubiera sido una gran abuela con Naoko... Mi primo me arrebató a mi familia y robó a nuestra hija la posibilidad de conocer a sus parientes paternos...
Ahora ambos poseían lágrimas en sus ojos, aunque su padre lloraba ahora desconsoladamente, con delirios de la fiebre. El último Atsuryoku de Sunagakure rompió entonces en un grito desgarrador, mientras el Ocaso comenzaba a tomar control de su cuerpo, cubriendo en extremo sus brazos, su torso, y mitad de su rostro.
Padre: ¡¡Perdón!!
Con su cuerpo descontrolado, se incorporó y comenzó a atacar el aire, algunos golpes se dirigieron hacia la zona en que su hija se encontraba, pero refrenó los mismos haciendo que estos impacten en su propio ser, un brazo golpeaba al otro brazo.
Naoko: ¡Basta!
Liberando su propio Ocaso sobre un brazo, Naoko dio un golpe al brazo de su padre que se dirigía hacia ella, para luego cerrar el mismo, lo usó apenas un segundo, segundo que le sirvió de sobra para poder aplicar un sello en el torso de su padre. Así el Ocaso comenzó a replegarse, hasta desaparecer de su mismo padre.
Padre: Perdón... Perdón a las dos...
Terminadas de decir esas palabras, él perdió la consciencia. No pasó nada más en la vuelta a Uzushiogakure.
Combate de Ideas[]
Habían pasado unos días desde la huida de la Fortaleza de Lapislázuli por parte de Naoko y su padre. Este último había debido guardar reposo por unos días, debido al descontrol del mortal virus alojado dentro de su cuerpo, como el de su hija. Junto a su mesa de luz, este tenía su libro, con varios marcadores introducidos en este, marcando todo el estudio realizado en pos de su objetivo. Su hija se encontraba sentada junto a él, tras ella, se encontraba una señora de edad, cuyo cabello, sin embargo, revelaba ser de un brillante rojo, entremezclado con algunas canas.
Señora: ¿Finalmente nos dirás cuál es esta idea que te tiene tan atraído?
Padre: Disculpe, Himeko-sama, debí mantener un velo sobre el asunto mismo por razones que usted seguramente entenderá. Creía haber estudiado completamente el "Malevolencia, Astucia y Poder", empero descubrí en él otros pasajes, incluso más oscuros, en los cuales hablaban de una antigua y arcana herramienta, que al parecer podría permitir romper con los designios del destino, usada en su máximo esplendor... Por eso emprendí este viaje en secreto con Naoko-chan, y lamento verdaderamente el no haber dado aviso alguno para lo mismo, pero entenderá que no podía contarle esto al consejo... No hubieran permitido mi salida junto a Naoko en busca de ellos.
Himeko: ¿Y bajo qué te fundas para afirmar que no habríamos de dejarte marchar junto a tu hija para buscar algo de lo cual tienes segura certeza, según tu investigación? Actuaste de manera imprudente, Atsuryoku, y lo sabes bien. Hubiéramos permitido tu salida sin ningún problema si hubieses avisado de tu investigación al menos.
Naoko: Pero Himeko-bachan, lo que suce-
Padre: No, Naoko, ella tiene razón, fue imprudente, ambos lo sabemos bien. Ahora, Himeko-sama, permítame explicarle en qué consiste esto que he estado investigando tan secretamente.
Extendiendo una mano en el aire sacó a relucir uno de aquellos perfectos cristales, clavados en su ser bajo una fuerza atroz, marca si la hubiese de aquél que fue condenado o beneficiado (si aquello podía ser definido siquiera de manera tan simple con alguna de esas palabras) a sufrir la condena de los tiempos. Algo de sangre fresca seguía en la herida, dejando algunas gotas raramente ocasionales; en ese momento cayó una, como carmesí pago en sacrificio a los hechos venideros. Himeko observó con atención, mientras el Atsuryoku se aclaraba la garganta para comenzar a explicar lo mismo.
Padre: Esto que puedes ver clavado en mis manos, atenazado parece que ya a mi carne, ya inamovible de la misma; ya parte mía, yo ya parte de ellos; son los Cristales Kagami, los Cristales Espejo, ellos según su misma leyenda "reflejan los oscuros designios del destino hasta fundirle, imitarle, y cambiarle, creando desde la mera hipótesis un universo de posibilidades, solo al alcance del designado para el cambio". Algo me llevó a buscar la leyenda de los "Cristales", pensar en revertir el pasado, en cambiar el futuro, en crear algo mejor... Es una idea fija en mi mente desde que aquél fallido fantasma del error, horror, se sumió sobre mi existencia... Es mi anhelo, mi ambición... Rectificar lo que no fue, dar muerte a los miedos de mi mente, solidificar el siempre acuoso "¿Y si yo hubiese?" de una vez por todas. Lograr... Lograr lo imposible de una vez y para siempre.
Himeko: Creo entenderlo... ¿Entonces cuáles serían las dimensiones de poder de esta herramienta?
Padre: Podría lograr un jutsu Espacio-Temporal lo suficientemente fuerte como para transportar un grupo reducido de personas al pasado. La idea es hipotética, pero puedo sentir el poder de ellos corriendo a través mío, quisiera demostrarles de qué estoy hablando.
Incorporándose en la cama, ya mucho mejor desde la llegada a Uzushio, él bajó las escaleras, para salir así a un patio interno de su mismo hogar y siendo seguido por ambas mujeres. Miró fijamente a un muñeco de entrenamiento localizado en el centro del patio, concentrándose específicamente sobre su torso. Se mantuvo quieto unos momentos, para luego extender un brazo; colocó la mano libre sobre el antebrazo, y disparó un rayo de chakra, que causó una pequeña explosión sobre el mismo muñeco, chamuscándole, y dejando a su paso unas casi imperceptibles flamas violáceas, que se extinguieron a los pocos segundos.
Sorprendidas por la primera demostración del poder de los Cristales, tanto Naoko como Himeko comenzaron a realizar preguntas al Atsuryoku, esperando recibir explicaciones sobre esa técnica, su poder y demás. Este movió sus brazos intentando acallarlas, mientras que aclaraba su garganta.
Padre: Lo que acaban de ver es un Rayo de Chakra, y siendo que su origen se da en estos cristales, no sería justo no darle el nombre de estos a la técnica, es el "Rayo de Chakra Kagami". No se su naturaleza de chakra, pero presumo que han de utilizar el Elemento Oscuridad, más aún según lo dicho en el Malevolencia.
Procediendo a realizar otra demostración, ordenó a Naoko le lanzase una esfera de su Elemento Quemar, la cual él luego bloqueó y desmenuzó con una casi imperceptible barrera generada con chakra salido de los Cristales.
Himeko: Produce ambas fuertes, defensas y ataques, ¿pero qué es lo que te hizo buscar tales cristales? Entre tus habilidades, Atsuryoku-san, hay técnicas de similar y hasta superior nivel que aquellas.
Padre: Según lo que dice el libro, los poderes de estos cristales no se limitan a una simple y mera herramienta de ataque y defensa. Con ellos, dice el Malevolencia, puede usarse asimismo el Jutsu de Espacio-Tiempo.
Naoko: ¿Espacio-Tiempo?
Padre: Una rama del Ninjutsu con la cual se puede trasladar algo a través del espacio de una manera tal que rompe las leyes del tiempo mismo. Sin embargo, de las diferentes técnicas del Ninjutsu de Espacio-Tiempo conocidas, ninguna permite llevar a su usuario o a su víctima realmente a través del tiempo, todas mantienen el tiempo estable. Ahí radica la habilidad de los Kagamis, según he estudiado, estos permitirían llevar a su usuario, así como a objetivos de esta técnica, a través del tiempo y el espacio libremente.
Himeko: Eso suena demasiado descabellado, Atsuryoku...
Padre: Pero no imposible. Obsérvenme atentamente, por favor.
Concentró una increíble cantidad de chakra en sus manos, de tal manera que alrededor de estas, unas pequeñas virutas de chakra violáceo comenzaron a danzar. Apoyó sus manos sobre el piso, y un círculo comenzó a crecer desde el punto tocado. Ambas lo miraron fijamente, unas ráfagas de polvo levantaron desde el punto fijado. Pestañearon. Abrieron los ojos. El portador de los Cristales se hallaba ahora sobre el techo de la casa, parado sobre un círculo de invocador igual al anterior. Segundos después de esa misma demostración, volvió a su lugar original.
Padre: Y esto es tan solo una de las miles de posibilidades que este jutsu trae.
Naoko: Pa... ¿Y para qué quieres una técnica así?
Padre: Bueno, digamos que deseo corregir un viejo error.
Himeko: Se franco, Yashamaru, ¿Qué es realmente lo que quieres hacer?
Yashamaru: Será mejor si nos dirigimos los tres a las oficinas de Zack, Himeko-sama, requiero de él asimismo para poder realizar este "proyecto".
Caminando por la vía principal de la aldea, el heterogéneo trío arribó finalmente a la oficina del Uzukage, Himeko tocó la puerta y una voz madura les dio aval a pasar. Con un cálido y hasta familiar saludo, dieron paso luego a la explicación de Yashamaru.
Yashamaru: Bueno, le pedí a Himeko-sama el venir aquí para explicar lo que tengo en mente, ya que necesitaré de tu ayuda asimismo, Zack.
Zack: ¿Cuál es tu idea, Yashamaru?
Yashamaru: Bueno... Digamos que cometí algunos errores en mi pasado... Mi deseo es borrar y deshacerme de todos esos errores.
Zack: ¿Hiciste todo por algo tan propio como lo que son errores tuyos? ¿Únicos a tu persona? Yashamaru... Eso es egoísta y lo sabes, pusiste en peligro gran cantidad de cosas al salir así como así. Tu enfermedad no es un tema sencillo, por algo es que no eres enviado a misiones de alto riesgo, ¿y a pesar de todo ello tu te vas solo con tu hija a buscar un tesoro perdido en el medio del desierto? En una fortaleza abandonada, y peor aún, sin que nadie aquí en la aldea tuviese idea de ello, ¿Tu sabes el peligro que eso es?
Yashamaru: ¡¡No trates de excusarte en eso cuando no entiendes la totalidad de lo que me impulsa a actuar, Zack Uzumaki!! ¡No conoces mis motivos, ni siquiera puedes comprender la magnitud del curso de acciones posibles a tomar desde lo que hemos conseguido por este "egoísmo" mío del que tanto te estás quejando ahora! Si supieses todo... Si estuvieses en mi lugar, con seguridad tu actuarías tal como yo lo hago y vengo haciendo ahora...
El ambiente se volvió incluso más cargado de lo que ya estaba, de ambos hombres emanaba una energía penetrante, calaba hasta los huesos de todos los presentes en la sala, la mirada de uno no soltaba la del otro, mientras tanto Himeko como Naoko, ambas expectantes en medio de una silenciosa confrontación de posiciones, ideas chocando entre sí. Finalmente, ante las puras emanaciones de poder de cada uno frente al otro, Naoko se sujetó de Himeko, algo mareada por el choque de poderes; esta miró de manera aguda a ambos por igual. Los silenciosos contendientes, viendo esto, terminaron ese combate tácito, calmando cada uno su ímpetu natural. Ambos ordenaron a Naoko sentarse, para poder así recuperarse, a lo cual la ayudó la anciana Himeko. Tras eso, con ánimos más calmados, el Cuervo comenzó a explicar su idea al Kage.
Yashamaru: Bien... Lo que he logrado descubrir, y creo que puedo desarrollar, es un Ninjutsu de Espacio-Tiempo capaz de romper todos los lineamientos de este tiempo en que vivimos. En verdad creo poder cambiar el pasado.
Zack: ¿Qué es lo que deseas cambiar?
Se acercó a este de manera que solo él pudiese oír sus palabras. Naoko intentó incorporarse, siendo frenada por Himeko.
Yashamaru: Yo no quiero ya verte tan triste, yo no quiero que mi hija tenga que vivir en este mundo, sin su madre; yo no quiero que esta aldea pase la muerte de su líder de la manera que ha pasado; yo no quiero volverme tan loco; yo no quiero esta pena en mi corazón, ya no quiero vivir como digan. Yo no quiero sentir, no quiero que sintamos esta depresión.
El Uzukage se puso en posición de dar un golpe al Cuervo, hecho que generó alteración en las facciones de la joven Naoko, la cual gritó a quien es como su tío que parase. Finalmente, el Uzumaki dio un fuerte abrazo al Atsuryoku.
Yashamaru: Busquemos Zack, busquemos la unidad perdida, hemos de recuperar aquello que nos fue arrebatado. Logremos Zack, que todo esto sea mejor. Sabes como yo, que necesitaremos del otro para poder lograr algo así, ahora, ¿me ayudarás en esta empresa para obtener el éxito?
Portal[]
Semanas después de aquel suceso, en las afueras de Uzushiogakure, dentro de una antigua cueva que originalmente era utilizada como refugio por parte de sus ciudadanos frente a los plausibles ataques a la aldea, se encontraban todos los presentes en la anterior escena. Mientras que Zack rondaba cercano al acceso de la caverna, Himeko concentraba su chakra; Yashamaru y Naoko hablaban algo apartados en un rincón. Los shinobis se preparaban para la realización de una técnica definitiva, con seguridad nada volvería a ser lo mismo tras esta. Habían armado una muy ligera, hecha a partir de varas de metal, que formaba un prisma hexagonal, sobre el cual se generaría el ya muchas veces discutido portal. Finalmente, Zack fue a buscar al Cuervo.
Zack: (Observando a través de un pequeño agujero en la rocosa pared de la cueva) Yashamaru-san, ya casi llega la tierra a completar el eclipse que estaba anunciado para esta noche. Realmente, ¿tan necesario es este eclipse que comentaste?
Yashamaru: Mira, te seré sincero, la verdad ni yo se por qué necesitamos de ello para realizar este jutsu, pero por algo será que lo exige el procedimiento del jutsu.
Himeko: Yashamaru, ya estoy lista, podemos comenzar en cuanto tu des el primer paso.
Yashamaru: Bien Himeko-sama, no tardaremos en comenzar. Hija, ¿estás lista para esto?
Se acercó a esta y le dio un firme y paternal abrazo, posó un beso contra su mejilla, y le corrió un mechón que caía sobre su cara a un costado, susurró a su oído.
Yashamaru: Mantengo lo que ya te dije, hija... No tienes por qué hacer esto...
Naoko: Pa... No tengo por qué hacerlo, pero quiero hacerlo. Es parte de las cosas que quiero conocer a mamá... Al menos conocerla un poco más...
De los ojos de ambos comenzaron a asomar unas lágrimas, que él, sin embargo, reprimió para evitarse el llanto. Ella, empero, soltó una singular solitaria y silenciosa lágrima, que fue cortada en su existencia por un dedo del viejo Rey.
La luna finalmente llegó al punto de inicio, no podía ser de otra manera, era necesario comenzar con el "ritual" del ya tantas veces nombrado portal. Cortándose la palma de la mano con su Wasdaña, Yashamaru salpicó sangre en varios puntos para así invocar a sus cuatro mejores invocaciones. Hugin, Munin, Sôkar y Amaterasu pasaron así a reunir chakra senjutsu, sentados en cuatro puntos estratégicos situados alrededor del Rey Cuervo.
Amaterasu: ¿Qué es esto que estás haciendo, Yashamaru?
Yashamaru: Buscamos abrir un portal.
Sôkar: ¿Tu? ¿Un portal? ¿De qué hablas?
Hugin/Munin: Creíamos que te encontrabas ya retirado, Yashamaru.
Yashamaru: Eso creía, pero me queda un trabajo más por realizar...
Desde una esquina poco iluminada, una sombra observaba la escena, quieta, sin realizar ninguna clase de sonido o movimiento que pudiese delatar su presencia... O ese era su pensamiento. Detrás de la misma sombra, y sin que la misma se percatase de ello, se encontraba ya Naoko. La misma, con celeridad, cubrió en una fina capa de metal al intruso, para luego tumbarlo y colocarle una esfera del Elemento Quemar muy peligrosamente cerca del rostro.
Naoko: ¿Qué haces aquí? Dime ya mismo quien eres o traeré la sequedad del mortuorio beso final a tus incautos labios para siempre.
???: ¡¡E-espera Naoko-chan, por favor!!
Zack: Esa voz... ¡Naoko, para!
Con la velocidad de años de exhaustivo entrenamiento, el Uzukage refrenó a la joven kunoichi, alejando la mortal bola abrasiva de su tez.
Zack: Tu... ¿¡Se puede saber qué es lo que estás haciendo aquí Takara Senkō!?
Takara: N-nada Zack-sama, yo tan solo pasaba y oí ruidos en la cueva.
Himeko: (tirando de una mejilla del joven) Mentiroso, había equipos ANBU custodiando esta misma cueva.
Takara: ¿ANBUs? De verdad no se de qué me está hablando, Himeko-baasan.
Zack: (golpeando la frente del joven con un índice) Que burlaste la custodia ANBU del lugar, a eso se refiere. No te hagas el tonto, ¡¡Senkō!!
Al oír todo ese ajetreo, Yashamaru se volteó a mirar hacia el lugar del que provenía el sonido. Tras identificar a Takara, se sonrió y lo miró fijamente.
Yashamaru: ¡Ey, Takara! Vamos, dejen que se levante, no es un extraño como para que lo dejen arrestado en el piso al pobre. Él puede quedarse, al fin y al cabo es como si fuese mi sobrinito, él es uno de la familia.
Al oírlo, Takara comenzó a moverse para indicarle a Naoko que lo soltase de una vez, lo que ella hizo tras recibir una señal de parte de Himeko.
Yashamaru: Eso sí, puedes ver, pero no acercarte. Esto podría ser peligroso. ¿Podrías quedarte detrás por favor?
Con ladear la cabeza hacia un costado, el Cuervo le indicó un sitio al resguardo de unas rocas. Viendo este trato hacia sí, Takara comenzó una rabieta, despotricando entre alaridos que no se lo tratase como si un niño él fuese. Fulminándolo con la mirada, el Atsuryoku volteó luego hacia donde Zack.
Yashamaru: Zack-san, ¿serías tan amable de custodiar a Takara y evitar que haga alguna estupidez?
Captando la señal de Yashamaru para mantener a aquel incontrolable controlado, Zack fue a posicionarse justo junto a este, resguardando que este saltase hacia el campo del jutsu de Espacio-Tiempo.
Faltaban solo unos minutos apenas para finalizar el portal que conduciría al final del deseo de padre e hija. Cuando Yashamaru comenzó a tener un acceso de tos, expulsando sangre de su boca ya curtida y envejecida por los años de penas contenidas. Naoko comenzó a correr hacia el mismo, para brindarle su ayuda médica, cuando un muro se gestó entre ella y su padre. Ella comenzó a atacarlo, buscando llegar hacia este.
Yashamaru: Basta hija... Tan solo necesito respirar un poco... No hay por qué atenderme o frenar el proceso del portal.
Naoko: ¡¡Pero pa!! ¡Estás tosiendo sangre!
Yashamaru: No importa, es casual. ¡Himeko-sama, el portal está listo, proceda a estabilizarle por favor!
Himeko: ¡Entendido!
Desplegando un largo pergamino alrededor de las marcas de sangre procedimentales para el Espacio-Tiempo, Himeko dibujó un patrón de sellos dentro del pergamino. Así colocó sus manos dentro de unos espacios específicos, con lo que lo escrito comenzó a trepar por la violenta masa del portal.
Naoko: Himeko-baachan, ¿qué tal va?
Himeko: Nngh, esto consume mucho. ¡¡Zack!! ¡Ven y ayúdame a estabilizarlo!
Zack: ¡Sí!
De un salto, Zack se colocó en el lado opuesto del portal, colocando sus manos en un punto idéntico del pergamino, con lo que lograron duplicar el caudal de absorción del Espacio-Tiempo, así como su estabilidad.
Habían terminado de realizar dicho proceso, cuando el portal creció en altura hasta la hendidura de la luna. Así, tomó la forma de un grueso y viejo portón, que daba la impresión de ser de una madera mas vieja que la del árbol más viejo viviente.
Yashamaru: ¡Himeko, Zack! Manténganlo estable hasta que terminemos de cruzar Naoko y yo.
Levantándose de la posición que lo había ocupado hasta entonces, Yashamaru corrió hacia donde su hija y caminó hasta el borde del portal. Allí, un destello lo invitaba a colocar uno de sus cristales contra él, lo que finalmente hizo. Tras hacer esto, la puerta se abrió, invitándolos a entrar con una luz cálida y cegadora. Ambos pasaron. La luz los consumió.
Takara: ¡Já! ¡Ellos no son los únicos con una búsqueda personal!
Corriendo hacia el portal al borde del cierre, Takara se lanzó, desapareciendo en los últimos blancos del mismo.
Zack: ¡Takara, regresa aquí!
Himeko: Ya no se puede, Zack-kun, él está ya con ellos dos, no hay nada que podamos hacer ya.
Hugin: ¿Se fueron?
Munin: Sí, ya están allá.
Sôkar: En la casa del viejo Rey...
Amaterasu: Al otro lado de la lluvia...
puedo hasta eclipsar las luces
con sólo mirar
dicen ya entender
mienten...
Sacrificio, ¿Muerte?[]
Se cerraba finalmente el portal, por el corredor de ¿piedra? caminaban lentamente padre e hija. A cada paso que daban se encendían y se apagaban unos claros cristales en las paredes, similares a cuarzos. Habían hecho aproximadamente unos veinte metros, cuando oyeron un grito desde detrás.
Takara: ¡Ey! ¡Espérenme!
Dándose vuelta, ambos vieron venir corriendo hacia ellos al Senkō, quien los seguía como si aquello fuese una acción completamente natural. Retrocedieron unos pasos, para así dejar que este los alcanzase.
Naoko: ¡¡Qué haces aquí!! ¡No deberías estar aquí, es peligroso que hayas cruzado por ti solo el portal!
Takara: ¡Pero Naoko-neechan! Yo también tengo cosas que hacer...
Yashamaru: Déjalo hija, él tiene razón. Aunque se lo puede ver como una gran necedad, y que siendo el hijo de quien es, esto ya parece ser casi genético... Pero no le faltan razones para emprender una búsqueda como la que emprendemos nosotros dos. Al fin y al cabo, querida hija, él se encuentra en tu misma situación...
Tras un silencio algo largo, ambos continuaron caminando por el largo corredor, el cual parecía contar con diversas aberturas en sus paredes, y extrañas inscripciones, en un idioma imposible para los caminantes. Pasado un buen tiempo caminando, Yashamaru cayó al piso, tosiendo y expulsando sangre de su boca; la sangre chorreaba como hilillos, goteando desde la barbilla hacia el arcano suelo de piedra de la estancia.
Naoko: ¡Pa!
Takara: ¡Yashamaru-ojisan[2]!
Yashamaru: Bah, que molesto... Mantener todo estable es muy complejo... Ya no se lo puedo ocultar a ninguno de los dos. Hija, tu ya sabías que yo estaba enfermo con una enfermedad incurable, el Virus Ocaso. También sabes que puedes acceder a las "ventajas" de tu enfermedad si así lo requieres. Sin embargo, aquí y ahora, te prohíbo terminantemente que accedas a las habilidades del Modo Ocaso a no ser que la situación sea de vida o muerte. Takara, creo que tu nunca has visto el Ocaso. Por eso mismo es que ahora mismo te mostraré lo que puede realizar el mismo, y el nivel de dominio del mismo al que puede llegar Naoko.
Naoko: Pero si ya casi domi-
Yashamaru: ¡No importa! (vuelve a toser sangre, esta vez con un ligero brillo) ¡No puedes usarlo en su última forma, por eso lo tienes vedado! Takara, quiero que veas esto, ya que si Naoko llegase a entrar en el Modo Ocaso por algún motivo y perdiese el control, tu serías el único capaz de controlarle y devolverle a un estado neutro. La principal desventaja del Ocaso es que puede abrirse solo.
Levantándose su manga, mostró así un brazo temblante, con una piel con manchas negras, moviéndose lentamente de manera subcutánea. Extendiéndolo, señaló una serie de puntos por el mismo.
Yashamaru: Para evitar que el Ocaso siga surtiendo efecto, debes apretar con fuerza pero cuidado los puntos de presión que te he marcado. Recuérdalos. Debes apretar con la suficiente presteza para impedir el paso de chakra, y para impedir además que las corrientes nerviosas lleguen al mismo. Naoko puede llegar a este nivel, mira.
Concentrando sus fuerzas en el brazo, Yashamaru logró manifestar un poderoso Ocaso en el brazo derecho; las flamas concentradas tomaron la forma de un brazo armado. Pasados unos segundos, el mismo se deshizo, chocando la energía a todos como una ráfaga caliente.
Takara: ¿Qué es eso?
Naoko: (Dando un suave golpe seco en la nuca a Takara) Es el Ocaso, bobo, lo acaba de decir.
Yashamaru: Espera, hija, ya que esa pregunta se puede leer de esa manera como de otra. Takara, esto no se puede explicar del todo. Ni siquiera yo entiendo qué es realmente. Lo que sí te puedo decir, es que funciona como una maldición que cae por mi sangre...
Con un fuerte estruendo, unas piedras comenzaron a desprenderse del cielo raso, y otro fuerte acceso de tos atacó al Cuervo. En la pared se abrió una puerta, con un brillo similar al que tuvo el portal de la cueva.
Yashamaru: Bien, esta es la parada de ustedes dos, aquí es donde parten ustedes.
Takara: ¡¿Ustedes?!
Naoko: Pa... ¿Tu no vendrás con nosotros?
Yashamaru: No, no puedo mantener el portal y cruzarlo al mismo tiempo, pero antes quiero hacer algo, vengan.
Cuando ellos se acercaron, los sorprendió dándoles un fuerte y último abrazo a ambos. Cerró sus ojos para ocultar el brillo vidrioso de los mismos. Se acercó primero al oído de Takara, para susurrarle.
Yashamaru: Takara, eres el digno hijo de Ame Senkō, y como tal, verás que el preocuparte y buscar velar de todos y por todos se hará natural en ti, tal como en ella. Por eso, se que puedo confiarte el que cuides y evites que le suceda algo a mi querida hija. Takara Senkō, te confío a mi hija, Naoko Uzumaki, se que no me defraudarás.
Tras decirle aquello, revolvió el cabello del mismo y lo soltó, para luego abrazar a su hija en singular. Asimismo se acercó al oído de Naoko, para susurrarle similares palabras.
Yashamaru: Hija, lo lamento... No era mi idea dejarte aquí y así de esta manera. No era mi intención, perdón... Por favor, cuida de Takara, así como tu madre cuidó de Ame en su momento de juventud. Se que puedes lograr esto, se que lo harás bien, por eso eres mi hija, por eso eres hija de tu querida madre. Por eso, se que el futuro estará a salvo contigo. Lamento no seguirte en este momento, y espero volver a verte...
Dándole un beso en la mejilla y luego uno sobre la frente, la soltó, para que esta vaya junto a Takara. Les señaló el portal, alentándolos a cruzarle de una vez y por todas, acción que hicieron. El llanto tomaba al Ángel de la Oscuridad al ver partir a sus esperanzas.
Yashamaru: Nos veremos... ¿Otra vez?
Finalmente terminó el colapso de la estancia, cayendo por sobre el viejo Rey Cuervo.
sólo sea esta estrella
quizás mañana alguien
viaje para otro país
lo podremos despedir
dame amor hasta mañana
hasta que te quieras ir
siempre puedes olvidar.
Ending[]
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