Wiki Akatsuki Afterlife
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Brazo Ejecutor
Archivo:Brazo Ejecutor.png

(執行者腕, Jikkōsha Ude)

Información
Anterior Sangre Nueva — Alma Podrida
Siguiente Claro de Luna
Saga Criminales sin Cuartel
Personajes
Franken Stein
Hikaru Kyōfu
Mizuki Yuna
Nenshō Hoshi
Shingetsu Wasp
Emi Akari
Senka Kazuma
Yashamaru Atsuryoku
Yorumaru Kurayami
Akai
Kōhei Suenami

Brazo Ejecutor (執行者腕, Jikkōsha Ude) es el capítulo #57 de Akatsuki Afterlife, perteneciente a la saga "Criminales sin Cuartel"

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En el salón de la mansión Franken había mandado reunir a todos los miembros de la organización, junto a los recién llegados. Convenientemente llevaba vendado su brazo izquierdo, el cual había sufrido los efectos del Shiki Fūin, hecho aún no sabido por sus compañeros. – Bien, estando aquí ya todos reunidos, les debo comunicar cómo se organizarán los equipos a partir de ahora. – Carraspeando, el líder provisional hizo una seña a los nuevos miembros, quienes pasaron a estar de pie junto a él.



Bien, para quienes no los conozcan, presentaré a los nuevos. Él es Hikaru Kyōfu, no es un shinobi, sino un asesino profesional; si mal no tengo entendido eres pariente de Emi y tienes su mismo Kekkei Genkai, ¿no es así? – Hizo una seña Stein a Hikaru, quien se limitó a asentir silenciosamente. – Tiene cierto renombre bajo el apodo de «El Sabueso», pertenece al Bingo de varias aldeas y es considerado lisa y llanamente un criminal; con esa descripción, ya es prácticamente igual a nosotros… En fin, sin desviarnos demasiado del asunto, y dada la dimisión de Haruka, actuarás como compañero de Akai, Hikaru, ahora ve junto a tu nuevo compañero.

Al bajar el podio, Mizuki esbozó una sonrisa a Hikaru en tanto le entregó un manto de la organización. – ¡Bien hecho ya desde Shirizu, Hikaru! – Le dijo al pasar. – Bien bien, sigamos. – Ahora quien se encontraba junto a Franken era Nenshō Hoshi. – Él es Nenshō Hoshi, parece que es un conocido ya de algún miembro de nuestra organización. – Dijo Stein haciendo una mueca hacia Shingetsu. – Usuario del Kōton y especialista en el uso de armas muy diversas, de las cuales puede destacarse un brazo prostético… No será el primero de nosotros en utilizar uno, ¿o no? – Bromeó Stein, sonriéndole a Emi y a Shingetsu en la sala.

Entonces… El último que nos queda… ¿Dónde está? – Todos miraron a sus alrededores, sin encontrar a Senka, quien finalmente salió de un costado, habiendo estado a cubierto entre las sombras. – Ya… No me gusta exponerme a la multitud… – Dijo el shinobi, mirando hacia los miembros. – En fin, con él están todos; él es Senka Kazuma, se lo conoce como «Pantera Amarilla» generalmente, es francamente veloz y especialista en el uso del Raiton.

Bien, creo que con esto concluimos las presentaciones. – Dijo Franken rascándose el cuello con su mano derecha. – Hey, ¿me permites decir algo antes de hacer que se desbanden todos? – Dijo Yashamaru a Franken, acercándose al podio. Luego le dijo al oído. – Vi tu brazo, luego deberás explicarme qué te pasó. – Tras eso, se colocó mirando al resto, para comenzar a hablar.

Compañeros de Akatsuki Afterlife, antes de que se retiren, por favor escúchenme. Como ya saben de sobra, la situación en la que estamos no es para nada favorable: las Shinobi Godaikoku en su conjunto, tanto los países como las aldeas que los constituyen, aquellas que nos han utilizado como carne de cañón y objetos destinados únicamente a la aniquilación mutua, han olvidado lo que nos deben a nosotros. – Dijo el Atsuryoku, asiendo firmemente el podio desde el cual hablaba.

Nosotros, somos vistos en todo el mundo como una serie de criminales, muy a pesar de haber brindado apoyo a estas mismas naciones cuando no podían hacer nada al respecto; hemos arreglado parte de sus problemas, pero como no respondemos directamente a ellas somos una amenaza. Por más que seamos mercenarios en buena forma, y no estemos impunes de actos delictivos, somos meros criminales. Nosotros, que nos liberamos del ciclo de sangre de las Aldeas; nosotros, que somos atacados por otros grupos deseosos de nuestro poder y somos culpados por muertes ajenas a nosotros. Nosotros, ¿somos criminales? ¿Somos salvadores? ¿Somos culpables? ¿Somos inocentes? No lo sé, pero si van a venir a por nosotros, no me quedaré sentado, por más herido que esté, a dejarme juzgar por sus conceptos retrógrados, ¡jamás por buscar mi libertad!

De un golpe, Yashamaru perforó la madera del estrado, llegando al final de su discurso. – Si nosotros somos criminales, hasta que nos dejen en paz y se pruebe nuestra inocencia… ¡¡Seremos Criminales sin Cuartel!! – Gritó, buscando exaltar a la pequeña congregación. – Por eso, hemos ideado junto a Yorumaru un sistema para poder sentir nuestro chakra, y facilitar la transmisión del mismo entre nosotros. Utilizando el Konton de este, y con ayuda de alguien en quien confío plenamente, sellaremos una porción de este elemento en cada uno, a modo de sensor y conector. La forma en que lo haremos será a través de una suerte de tatuaje, por lo cual espero que se preparen para ello, lo haremos hoy más tarde, todos deben venir sin excepción. – Terminó.

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Después de terminado el mitín, Yashamaru se acercó a Franken para hablar; éste, presintiendo cuál era el tema, le indicó que lo siguiera, terminando entonces en uno de los balcones que seguía en pie de la Mansión. – Bien… Vi que no utilizaste ese brazo absolutamente durante todo el tiempo que estuviste hablando, y lo llevas tan oculto como vendado, ¿por qué? ¿Qué ha pasado Franken? – Cuestionó el Atsuryoku.

Verás, el día de ayer me infiltré en Konohagakure buscando hablar con Cero, quise motivarlo para que intercediese en nombre del País del Fuego por nosotros. A él, al contrario que a nosotros, le tratan relativamente bien. Sin embargo, no salió como lo esperaba… – Franken sacó una cigarrera de un bolsillo, y habilidosamente se armó un cigarrillo a una mano, encendiéndolo sin ningún tipo de falencia. – Cero no estaba enterado de la muerte de Hayama y la muerte de Miro; la cuestión lo tomó por sorpresa, tanto como la acusación a nosotros. Sorprendido, Cero llegó a amenazarme con comenzar un combate si no me retiraba… Ya fuera de Konoha, fui atacado por alguien, manipulado mediante genjutsu de gran complejidad, para que me atacase con el Shiki Fūin.

Suspirando humo, Franken removió algo de ceniza de su cigarro. – Quien lo manipulaba se colocó a mis espaldas, y se mofó de mi hasta que el chakra del desdichado se agotó; cuando murió se llevó con él mi brazo izquierdo. Lo peor del asunto es que ni siquiera pude ver a la agresora real. – Yashamaru dirigió una mirada al brazo de su compañero, para luego preguntar. – ¿Existe alguna posibilidad de que puedas arreglarlo? – Franken soltó una breve carcajada. – Puedo evitar la necrosis en parte, pero el brazo seguirá muerto hasta que lo consiga de nuevo; por suerte puedo utilizar alguna que otra técnica mediante sellos a una mano.

En fin… Luego pásate por el área que acondicionamos brevemente, Yo me ocuparé de organizar el colocado de los tatuajes, ¿o debería decirles «sellos»? La verdad no sé. Yorumaru inyectará el chakra, Shinku se ocupará de hacer el sellado. – Cansado, Franken preguntó. – ¿Puedes decirle si puede sellar mi brazo muerto? Así al menos no sentiré esta molestia constante.

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Entre tanto, en una sala de reuniones oscura, iluminada meramente por flamas de tonos extraños, se hallaban reunidos alrededor de una mesa de ébano seis figuras. – Entonces, ¿cuál es la opinión de los demás países respecto a incorporar a Akemi Kuromiya al cuerpo ejecutivo de nuestra organización? – Preguntó quien representaba al País del Viento en la mesa. – Quienes tengan alguna duda al respecto, les aseguro que ella tiene conocimiento de sobra sobre uno de los individuos más peligrosos de nuestro asunto actual, es capaz de deshacerse de él. – Tras agregar ello, el asunto se sometió a votación, aprobándose la incorporación de susodicha kunoichi de forma unánime.

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Habiéndose celebrado una reunión breve para recibir a la nueva integrante del equipo internacional, los miembros del atribuido «brazo ejecutor» discutieron quién se encargaría de realizar la tarea que se les había asignado en ese momento. Debían hacerse con un cierto objetivo problemático, y sustraer del mismo toda información posible. – Ya, está bien, iremos nosotros dos, que fastidio; no nos correspondía, nos deben una. – Dijo un muchacho, en tanto que tocó el hombro de su hermana para indicarle que le siguiese.

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Terminado el trabajo de los tatuajes, cada miembro se fue por su lado. Franken y Yorumaru se habían retirado cada quien a su cuarto, Yashamaru se había retirado junto con su esposa y casi todos los demás miembros restantes se encontraban bebiendo alrededor de una hoguera improvisada en el patio. Akai se había retirado momentáneamente para buscar a Haruka, quien se había quedado originalmente en su cuarto.

De repente, y desgarrando completamente la noche con un grito, se oyó la voz de Akai, proveniente del ala intacta de cuartos de la mansión. Casi inmediatamente, todos los miembros se movieron hacia allí, sin poder darse una idea de qué había causado tal grito de dolor e ira inhumanos en el naturalmente frío shinobi. Al llegar, cayeron en la cuenta de qué es lo que había pasado. El cuarto de Haruka presentaba el escenario de un breve pero fiero combate, habiéndose derramado sangre por prácticamente toda la superficie del cuarto, incluyendo el techo; entre sus manos, Akai se aferraba a un relativamente prolijo mechón de cabello, lo único tangible de su pareja en la habitación, la mansión y toda el área circundante. Revisando bien la habitación, Kōhei halló una nota en papel, escrita elaboradamente con sangre.

Contengan sus lamentos, perros; no extrañen a vuestra felina amiga.
Me hará grata compañía un rato con su belleza, la he invitado a charlar.
Todo el cariño que puedan concebir.
Atentamente, vuestra pesadilla.
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